La importancia
de Blanca Varela para la poesía peruana es que impone en su poética un
ascetismo estético y se aleja de cualquier coyuntura formal que encuadre la
poesía en parámetros. La poesía vale más que la historia misma. Tal vez ello le
haría afirmar que la poesía no tenía sexo en clara alusión a la poesía hecha
por mujeres. En toda su poética Blanca Varela se ha negado de ensayar muevas
experiencias formales. Su poesía quiere ser más comunicativa que obedece a la
incitación interior.
Luz de día (Ediciones
Rama Florida. Lima 1963) es el segundo libro de Varela donde ya se cuece estas
ideas que poblaran toda su poética. Lo raro de este libro es su único ensayo en
la prosa poética que por momento suena romántico por los paisajes que describe
y como estos se construyen delante del yo poético. Para mi gusto, lo menos
atinado en toda su poética. Pero cuando pasamos al segunda parte encontraremos
esos poemas típicos varelianos, de insoportable intensidad, hecho de frases lacónicas
que encierran y liberan una energía extraña en el lector. Esa estética de lo
austero se mantendrá siempre en los libros posteriores como Concierto animal
(Ediciones Peisa. Pre –texto 1999) que
mantiene su más débil asombro al efectismo siendo manifestado en su
incredulidad ante lo ético y las cosas circundantes.
Varela tiene
algo que manifestó Octavio Paz en el prólogo de su primer libro: “Con el
instinto del verdadero poeta, sabe callarse a tiempo, Su poesía no explica ni
razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y
hacia el mundo…”
Presentación:
Muy Buena
Puntuación:
Buena
Género: Poesía
Leído: 14 de
marzo de 2012
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