Entrevista al escritor
arequipeño Orlando Mazeyra Guillén.
1.- ¿Qué buscas
representar en tu narrativa?
No sé si busco algo en
específico. A medida que pasa el tiempo me doy cuenta de que la escritura es,
en mi caso, una urgencia. Las palabras (mis palabras) son lo único que tengo,
lo único que en verdad me pertenece. Si busco algo es ‘encontrarme’, pero sé
que nunca lo voy a hacer.
2.- Tu literatura se
relaciona con el desasosiego del ser humano con las circunstancias que te le ha
tocado vivir. De alguna manera buscaste eso en tu narrativa.
Mi narrativa, sin duda,
da cuenta de mi ser y mis circunstancias. Y el desasosiego es casi un estado
cotidiano en mí. Muchas veces la escritura es también una catarsis… hasta una
expiación. Vargas Llosa dice que escribir inmuniza contra el dolor. ¡Ojalá así
fuera! Si alguna vez logro que me inmunice seguramente dejaré de escribir. Por
eso a la escritura la siento como una necesidad biológica, si me permites,
semejante al sexo. Uno puede vivir sin sexo, desde luego; pero qué difícil es
vivir sin practicarlo, ¿no?
3.- ¿Qué autores crees
que desarrollan ese desasosiego tan característico en nuestra post modernidad?
No lo sé. Seguramente
son muchísimos, sin embargo para mí han sido fundamentales las lecturas de
Sábato, Coetzee, Camus, por darte tres nombres. El Túnel fue un descubrimiento
que hasta el día de hoy me estremece. Ya te mencioné a Vargas Llosa que
manifiesta una auténtica ira contra el mundo que nos tocó vivir. Ambos
entienden (Sábato y MVLL) de la misma forma la escritura de ficciones. Yo creo
que no se trata de autores, sino de la lectura misma, pues leer no es un placer
inocuo. ¿Qué trato de decir? Que la lectura de ficciones ha sido determinante
en este desasosiego vital. Le tengo que dar gracias también a Onetti y a
Horacio Quiroga, dos uruguayos, de vidas atroces. Y pensar que de niño, cuando
todavía no sabía cómo era el mundo (como yo creo que es), empecé leyendo
“Cartas desde la selva”.
4.- Tus palabras
confirman que tu literatura se orienta a cuestiones personales que coyunturas
literarias. ¿Cómo ves la nueva literatura peruana?
Hay muy buenos
narradores relativamente jóvenes como Daniel Alarcón, por ejemplo, o Carlos
Yushimito. Me gustó mucho la primera novela de Bayly. No sé si Mario Bellatin
es peruano o mexicano, pero su obra es imprescindible. Entre los canónicos,
aparte de Vargas Llosa, admiro mucho a Oswaldo Reynoso, Ribeyro, Luis Loayza…
también hay un autor algo ‘caleta’ que escribió hermosos cuentos fantásticos,
Alfredo Castellanos. Y también a José Adolph con quien tuve la suerte de
intercambiar un par de correos electrónicos pocos meses antes de su muerte.
5.- Ahora que traes a
colación al escritor José Adolph, crees que la literatura llamada fantástica
tiene poca suerte en el Perú.
No es que tenga poca
suerte, sino que es considerada por muchos un género menor. Para mí, escribir
literatura fantástica es un reto mucho más complicado y exigente. No te olvides
que el mismo Ribeyro incursionó en el género. Calderón Fajardo es otro gran
escritor de narrativa fantástica. Me parece que, en general, el lector peruano
está más emparentado con la literatura realista. No es casualidad que nuestro
mejor novelista, Vargas Llosa, sea un narrador eminentemente realista.
6.- Arequipa tiene una
gran tradición de narradores que tal vez poco o nada han desarrollado la ciudad
como espacio.
Justamente eso me decía
un viejo librero del centro de la ciudad y coincidimos en lo mismo: en el
ámbito narrativo, Arequipa es todavía un territorio virgen, salvo algunas
novelas de Edmundo de los Ríos y, mucho más antes, de María Nieves y
Bustamante. Pero ahora eso va ir quedando atrás. Yuri Vásquez acaba de publicar
hace unos meses, “El nido de la tempestad”, gran novela donde Arequipa ya
reclama su “derecho de ciudad” en la narrativa peruana.
7.- Sí, es muy raro que
siendo una ciudad con narradores prestigiosos, estos solo han desarrollado su
narrativa con una mirada hacia Lima que se refleja en sus escritos por su
condición de migrantes o tal vez de una añoranza como lo hace Reynoso, pero no
han problematizado. O es que el mito del 50 donde la ciudad era un personaje
principal en la narrativa ha quedado obsoleto.
Yo le dije a Oswaldo
Reynoso que si él se quedaba en Arequipa y escribía un libro sobre “Los
inocentes” de los pueblos jóvenes de nuestra ciudad su obra, obviamente (por
culpa del centralismo limeño), no hubiera tenido la repercusión que tuvo. Él lo reconoció. El narrador no limeño apunta
a Lima, así como el limeño apunta a Europa o, en todo caso, a Estados Unidos.
No es una regla, por suerte, pero sí una realidad. Cualquier ciudad o villorrio
tiene historias, lo que pasa es que debe encontrar a alguien que tenga el
talento suficiente como para poder contarlas. Te reitero que siento que a
Arequipa ya le está llegando su momento. Mi ciudad está gestando nuevos narradores.
8.- En cambio, Lima no
ha sido diagnostica por un limeño en estos cincuenta años a profundidad. Yo
creo que el único que dio un diagnóstico fue Ribeyro. Recuerdo que un
catedrático de San Marcos le planteé la idea que la narrativa de Ribeyro tiene
un prejuicio al migrante porque muchos de sus personajes están desarrollados
como estereotipos bufonescos. El catedrático me dijo que estaba equivocado
porque lo que Ribeyro buscaba era plantear la nueva Lima que se construía
frente a sus ojos, pero siempre me quedó la duda. De otro lado, actualmente,
los narradores limeños han volcado una mirada a la provincia donde se
desarrolló el problema de la violencia en el Perú y eso ha sido un tema que se
ha desarrollado en los últimos años.
Si la mirada es
honesta, entonces bienvenidas todas las obras sobre el terrorismo o sobre
cualquier tema. Ahora, también se da el caso de los que, para descalificarte a
la mala, dicen tú eres un “pituco limeño” que, más allá del atentado de la
calle Tarata, las bombas y los eventuales
cortes de luz, no sabes lo que realmente pasó. Así que si quieres
escribir sobre la violencia política va a ser algo demasiado falso, impostado.
¡No te metas en lo que tú no has vivido! Y bla bla bla…. La naturaleza de la
ficción es fingir una realidad, no haberla vivido cabalmente (ya dejarlo bien
en claro aprovecho para recordarte una anécdota que debes conocer: el personaje
real que sirvió como semilla para que Vargas Llosa elucubrara a Alejandro
Mayta, aquel quijotesco revolucionario de su novela Historia de Mayta, buscaba
insistentemente a varios narradores para contarles su ‘verdadera’ historia y
para enmendarle la plana a Vargas Llosa por ‘mentiroso’). ¡Delirante! Si algo
es la ficción es una mentira… Sin ir más lejos, a mí también me dijo alguna vez,
un comunista exaltado, que ningún arequipeño (radicado en Arequipa) podía
escribir sobre la violencia política porque Arequipa no había sido tocada por
orden de Abimael Guzmán. Lo mandé a callar de inmediato, pues mi propia familia
corrió muchos riesgos durante esa nefasta época. Uno debe escribir sobre lo que
lo que quiera, pero que lo haga con honestidad… y no por “moda” o afanes más
impresentables.
9.- Y creo que la moda
no se encuentra en parámetros estéticos como lo era antes sino en exigencias
editoriales europeas que construyen, de alguna, manera el imaginario de lo que
es el Perú en extranjero. Este hecho segmenta mucho las diferentes temáticas
que pueda escribirse en el Perú, no crees.
De acuerdo. “Si un tema
está en boga, entonces manos a la obra”. Insisto: no hay peor narrador que el
deshonesto, aquél que no escribe sobre lo que le sale de los forros, sino con
fines subalternos. Y digo subalternos porque hay grandes editoriales que mandan
a escribir sobre determinados ‘tópicos’…
10.- Cambiando de tema
intricados, tu obra cómo ha sido recibida por la crítica y los lectores.
En Arequipa, salvo
alguna rara excepción, el periodismo cultural no existe. La mayoría de diarios
no hace reseñas de nada. De nada en absoluto: te llames Philip Roth, Javier
Marías o seas un escritor debutante. La crítica en Lima fue muy alentadora y
estimulante con mi segundo libro, La prosperidad reclusa, tanto en Caretas, El
Comercio e inclusive en La República. Jack London dice en una de sus novelas
que los grandes críticos son tan raros como los cometas. Estoy de acuerdo con
eso. También podríamos decir lo mismo de los escritores, ¿no? Habemos muchos,
pero los grandes son rarísimas excepciones. Por otra parte, presiento que a los
narradores jóvenes nos cuesta leer a los que están en nuestra misma situación:
empezando. Otra práctica, bastante insana y despreciable, es leer a un nuevo
narrador y luego negarlo en público. Algo muy habitual por estos lares.
11.- García Márquez
decía que toda su obra podía resumirla en una sola palabra: la soledad. ¿Cuál
sería la tuya?
Infelicidad
12.- ¿Qué estas
escribiendo actualmente?
Este año, Dios
mediante, publicaré un nuevo libro de narrativa. Espero que le vaya bien.
13.- ¿Seguirás con el
relato?
Sí.
ORLANDO MAZEYRA GUILLÉN
(Arequipa, Perú, 1980). Escritor y cronista. Ha publicado Urgente: necesito un
retazo de felicidad (2007) y La prosperidad reclusa (2009). Publica ficción y
no ficción en El Malpensante (Colombia), Hildebrandt en sus trece (Perú) y otros
trabajos narrativos en revistas literarias virtuales como Hermano Cerdo
(México), Badosa.com (Barcelona), Destiempos y en el Proyecto Patrimonio de
Santiago de Chile. Ha sido incluido en las antologías Disidentes 2: los nuevos
narradores peruanos 2000-2010 (Ediciones Altazor, 2012) y 17 cuentos peruanos
desde Arequipa (Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa, 2012).
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