Parque (Edición La Rama Florida, 1965) de Washington Delgado
(Cuzco, 26 de octubre de 1927-Lima, 6 de septiembre de 2003) primer poemario y uno
de los más representativos de su producción poética revela una mirada
profundamente existencial sobre el ser humano y su relación con el paisaje, el
tiempo, la soledad y la memoria, temática que estarán presente en su poética
posterior. Desde sus primeros versos, Delgado establece un tono meditativo que
invita al lector a transitar un espacio simbólico: el parque no es únicamente
un lugar físico; es también una metáfora del tránsito vital, un escenario donde
se entrecruzan la infancia perdida, el amor, la muerte y la búsqueda de
sentido.
El
lenguaje del poeta se caracteriza por su sobriedad expresiva y su precisión; no
hay exceso ni artificio, sino una contención que, paradójicamente, potencia la
emoción. Esta economía verbal —propia de un autor que domina la palabra y su
silencio— le permite explorar temas universales con una voz íntima, casi
confesional. En Parque, la ciudad se convierte en un reflejo del alma humana:
sus calles vacías, sus árboles y sus bancos son testigos de la fragilidad de la
existencia.
Washington
Delgado no describe el parque como un simple paisaje urbano; más bien, lo
convierte en un espacio donde se enfrentan la memoria y el olvido: “El parque inmóvil/
se volvió nada:/ solo en el mundo/ yo caminada”. Cada poema parece dialogar con
un pasado que se resiste a desaparecer; el hablante lírico se mueve entre la
nostalgia y la reflexión, entre la serenidad aparente y una angustia que late
bajo la superficie: “Intima, la mañana/ entre mis dedos fluye:/ aire fino que
nunca/ ha de volver”. En ese sentido, Parque puede leerse como una meditación
sobre el paso del tiempo —ese enemigo invisible que transforma todo lo que
toca—; el poeta contempla cómo la vida se desvanece lentamente, y con ella, los
sueños y las certezas.
En
conclusión, Parque es una obra poética delicada y precisa, donde Washington
Delgado alcanza un equilibrio entre la reflexión cotidiana y la emoción
contenida. Su escritura —precisa, sobria y profundamente humana— invita a
detenerse, a mirar el mundo con ojos renovados y a reconocer, entre las sombras
del parque, la presencia inevitable del tiempo y la memoria. Así, el poemario
trasciende la experiencia personal para convertirse en una meditación universal
sobre lo que significa vivir, recordar y perder.
Presentación: Buena
Puntuación: Buena
Género: Poesía
Leído: 9 de octubre de 2025
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