He
releído el Libro del sol (Impresión
del autor, 2000) de Josemári Recalde (Lima 1973- Lima 2000) en la PUCP donde
estudió y caminó por los pasillos, la biblioteca y las aulas que ya no guardan
su recuerdo. He tratado de preguntar a mis profesores un vago recuerdo de él
pero poco me dan información. También he tratado de imaginármelo haciendo cola
en el comedor y sentado en el pasto verde donde suelo descansar. De Josemári
solo me queda su poesía que es por un momento hermética y en otro clara como el
agua. Porque agua y sol para Recalde tienen la misma connotación: purificación
(el agua es la simbología de la purificación para el cristianismo y el sol es
el acto de purificación y fertilidad para la naturaleza). Recalde posee esa
evocación de sentimientos profundos que son recompensados con imágenes de honda
sensación en su poesía. Así lo vivido y lo poético se entrecruzan para construir
ese corpus que nos ha dejado en este libro que considero una reunión de todo su
quehacer literario porque se nota las influencias, su cambio de perspectiva al escribir y leer poesía. Recalde es un degenerado de su generación porque no se
preocupa estar al son de la escritura de los noventa. Él está más preocupado
por la poesía simbolista de Eguren, lo cotidiano de Lucho Hernández, la
sonoridad de Lorca o la malditez de Blake. Por ello podemos notar la no
existencia de una unidad en el libro. Recalde, en sus poemas largos, le da importancia
en presentarnos unas innumerables descripciones de sensaciones de lo vivido y
deja de lado la idea de unidad que debe guardar todo poema. No pasa lo mismo en
sus poemas corto, donde para mí, son los mejores desarrollados. La poesía de
Recalde nos deja el sin sabor de lo que podía
desarrollar con su perspectiva en torno a su poesía pero también nos dejó la
alegría de este libro que da testimonio de su vida fulgurantemente atormentada.
Puntuación: Bien
Presentación:
Bien
Género: Lírico
Leído: 20 de agosto de 2008. Releído el 6 de agosto de
2014
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