
[Llegué a la hora pactada.
Octavo piso. Calle de nombre de un libertador argentino. Miraflores. Frio de
Julio como su nombre de invierno. Julio me esperaba. Yo nervioso subía por el
ascensor. Mis gafas negras servían sutilmente para ello. Un abrazo para luego
sentarme en ese mueble negro de cuero, whisky en mano.
Una
mirada al unísono perdido. Al ver sus ojos profundos pienso en lo que busco: la
utópica belleza en la palabra, el entendimiento y el silencio de escuchar.
Escucharlo me hace entender que, contrariamente a lo que fui a buscar,
encuentro aquello que negué durante todo este tiempo: la sensualidad, el goce y
el acto de la gracia de escribir poesía].
Julio
Heredia fue para Juan Gonzalo Rosé el mejor poeta de los años ochenta en el
Perú. Luminoso, autodidacta y de un prodigio prematuro. Julio Heredia
perteneció y se ensombreció con el movimiento Kloaka. (Su poesía rompe con el
discurso imperante de los integrantes de Kloaka que seguían la sinfonía de Hora
Zero). Su poesía trasunta por el gusto refinado del goce de la palabra no
dicha. La poesía duradera en el destiempo.
[Josué ese amor maduro como la sal perjudicó aquello que yo creía creer: el
ciego olor de su cuerpo, la sabiduría que podía destilar mi entendimiento en mi
sinrazón. 8. 35 p. m]
El libro de los muchachos chinos (1989) (1995) (2009) es un libro atípico en la literatura peruana. Con un tema sobre China que
envuelve los temas como la idiosincrasia, la sabiduría y su cultura; se puede
considerar al libro como un entendimiento de lo odisiaco de que puede ser
cuando uno busca la felicidad en una utopía de país en desarrollo igualitario y
respetuoso de los intereses nacionales y personales. Producto de este no
encuentro se produce en el discurso un descontento que va construyendo desde
las primeras páginas. El primer motivo es el viaje iniciático, luego su no
identificación con el ambiente, el amor del Otro concluyendo con la partida del
territorio utópico.
Por ejemplo en el
poema “Dragones salen al encuentro” el yo poético se ubica a su
llegada en un territorio que desconoce su tradición y lo única en el no lugar
de toda esta tradición que el yo poético describe como milenaria: “El
curso de muchos días y canales me han traído a la aldea de los peces y dragones”.
Es en este lugar que el yo poético se reconstruye como sujeto migrante sin
cultura, sin influencia y sin nombre.
En torno a
los poemas dedicados a los jóvenes chinos cumplen una función especial,
diferente a lo que se puede entender en una fácil lectura. El cuerpo construido
en el poema y mostrado como una fina belleza le proporciona al yo poético
aquella sabiduría y felicidad para estabilizar y comprender toda un tipo de
razonamiento desordenado y prejuicioso que le ha brindado la China realidad. El
joven adolescente Chino Cantones descrito como un fino cuerpo de porcelana es
aquel que cumplirá la función de proporcionar esa felicidad esquiva que
esperaba el yo poético al arribar a dicho país.
Si bien es
cierto que la crítica se ha enfocado en la sensualidad y el tema Homo erótico
entre sus versos. Yo puedo asegurar que este parámetro conceptual minimiza la
gran humanidad que podemos encontrar en sus páginas. El desconcierto de aquella
libertad que no da causa al goce de la sensualidad que el territorio expuesto
niega y señala como indebido para yo poético es el móvil de todo el libro.
Una lectura atenta y
revisando mi planteamiento podemos encontrar todo estas directrices y muchas
más. Un poema clave en el poemario es: Tratado de amistad y límites.
Se tiene que
entender que los poemas dedicados a los jóvenes Chinos tiene una función
especial: hacer entender al lector que sus cuerpos son aquella sabiduría que no
encontró en esos nuevos territorios utópicos. Pero contrariamente a lo
planteado líneas anteriores la crítica se ha enfocado solo en estos poemas y ha
hecho entender al lector que el poemario gira en torno a una teoría Homo
erótico.
[Me
invitaron a salir de China porque no soportaban aquella libertad que yo erigía
como una de las más importantes del ser humano: amar]
El Libro de los
muchachos chino se puede emparentar a los discursos de Moro y Eielson pero esta afirmación
también seria sesgar ese aspecto humano del reconocimiento y aceptación del
otro que poco se ha visto en los discursos hegemónicos del Perú. Julio Heredia
ha producido aquellos libros donde uno aprende amar la vida, el cuerpo y la
propia escritura.
[Una lagrima
obscurece aquel sofá testigo de aquello que amo a la luz de la luna, de todo
ese universo que se construye en sus ojos. Apreté su cuerpo al mío y le regale
lo único que tenía: un abrazo]
Puntuación: Excelente
Presentación: Excelente
Género: Lírico
Leído: 11 de agosto de 2011
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